LA SIMA Nº 21: OCCIDENTE TOCA FONDO
EMBESTIDA CARNERA
Mi madre los llama jesuitas, usando una metonimia que el acerado instinto popular, ya casi extinto, ha prestigiado con los siglos. De hecho jamás la escuché emplear el vocablo titular del concepto, hipócrita, para nombrarlos. Un buen ejemplo sería el de un cura pederasta que atronara desde su púlpito dominical contra la saludable y natural práctica masturbatoria juvenil. El chaval que quiera una paja que pase por sacristía.
Ese exacto ejercicio de jesuitismo que describe el ejemplo ilustrativo nos lo regalaba ayer generosamente Javier Tafur desde su estilita El estilista del Acorazado ABC. El portentoso tragacirios profesional y entusiasta cheerleader del PP en sus horas libres, arremetía ayer como un carnero contra la ONG a la que pertenecían los cooperantes catalanes recién liberados tras un larguísimo secuestro a manos de una banda de bandidos de dudosa adscripción ideológica. Es un alivio de todos modos leerle bien entrada la trompada que se alegra de que unos pijiprogres hayan salvado la vida, aunque tal vez en el fondo de su atufado selebro de esnifador de incienso hubiera disfrutado más con el poético desenlace de un merecido martirio.
Como Esteban Beltrán ya denunció primorosamente en su imprescindible Los derechos torcidos la profunda herida que abre en la racionalidad el hecho de que asociaciones de ciudadanos más o menos bienintencionados suplanten al estado en su obligación de invertir en la lucha contra las desigualdades, la pobreza o la injusticia en lugar de hacerlo en armamento, no voy a entrar en el grado de razón que pudiera tener nuestro ovino embestidor en su arremetida contra la ONG catalana umbilicada en el ayuntamiento barcelonés. El chiste, la tartufada del nota éste está en que, desde su nihilismo católico, apoya y defiende con uñas, dientes y retorcidas protuberancias óseas frontales a una super ONG, la más descontroladamente hipersubvencionada, más oscuramente mafiosa y más reaccionaria en sus planteamientos cooperantes: la Iglesia Católica. Los misioneros que molan son los crucíferos faldados a los que llegan los dineros de las subvenciones públicas por una inextricable maraña de tubos que entran por los portones y salen por las cloacas de un estado absolutista, misógino y oscurantista. Los laicos son inexcusablemente unos gilipollas o unos corruptos. Me gustaría haberlo oído si los secuestrados hubieran sido unos curas o unas monjas.
Pero casi lo mejor de todo es el imagínativo título que le endiña al columnón: LA DECADENCIA DE OCCIDENTE , que conociéndolo como lo conocemos para él seguro empezó con la Revolución Francesa, que contaminó al mundo de librepensamiento. El resto del pestífero ladrillo lanzado corre en la genuina linea a que nos tiene acostumbrados este cojomantecas rompefarolas de las calles de la razón civil y laica. Con esa gracia de estreñido maestro en el arte de peer en botijo que son los pregones cofrades, retóricos subproductos inequívocamente franquistas, Javier Tafur xenofobiea a pierna suelta:
En esta ciudad tan hipertolerante y tan megatonta estamos siempre dispuestos a descalzarle la babucha al moro y a ponerle un piso al converso. Véase Garaudy. No obstante, bueno es que nos vayamos acostumbrando. No olvidemos que para el plan de Al Qaeda algún día volveremos a ser la capital de Al Andalus. La perspectiva no puede ser, pues, más desoladora. Para enero dejaremos de fumar en las tabernas, por disposición de la ministra de Sanidad, y para no mucho después dejaremos de beber en ellas, por imposición de los ulemas.
Y no sabes lo que me jode, Javierito, tener que compartir contigo la fobia contra un personaje tan siniestro como Garaudy, a quien ya dediqué un vitriólico recado hace tiempo.
LA SARKOZYZACIÓN DE LA DERECHA CORDOBESA
Una de las más peligrosas asociaciones creadas en Córdoba con el fin de delinquir la forman los miembros de una banda de presuntos (hasta que no sean juzgados y condenados) delincuentes que utilizan las páginas de Opinión de EL DIA DE CÓRDOBA para cometer sus fechorías. Éstas consisten en infringir con premeditación y alevosía el Código Penal Español, concretamente su artículo 510.1 que prohíbe y castiga la incitación al odio racial y étnico en cualquier tribuna pública. El nombre que usa la banda esconde una pequeña crueldad porque reproduce el propio nombre del colectivo al que odian con toda su alma: Grupo de oPPinión Tomás Moro. El modus operandi de estos elementos es siempre el mismo: armados con una antorcha untada con la pez de la mentira y la calumnia se dedican a incendiar los campos en los que crece penosamente el delicado equilibrio de la convivencia ciudadana, para plantarlos luego de xenofobia. Nada que la ultraderecha nazifascista prohibida en tantos países europeos más civilizados que éste no tenga en sus bases programáticas, en sus estrategias de uniformización racial y religiosa. La prohibición, nunca deseable en cuestiones de libertad de opinión, se haría necesaria en este caso como prevención de futuras catástrofes sociales y políticas. A nada que se den unas mínimas condiciones críticas y se dé libertad a los portadores de mecha y candela junto al polvorín del miedo y la inseguridad los incendios puntuales están asegurados. No siempre esos incendios puntuales pasan a mayores y se convierten en Holocaustos. Pero peligro siempre hay. Pero su extensión por ahora puede dar lugar a que los ciudadanos acaben eligiendo a desalmados como el perinazi Sarkozy que pasará a la Historia como capturador, encarcelador y expulsador de gitanos, cagándose anchamente en la propia tradición humanista francesa y limpiándose el culo con el propio lema del estado: liberté, egalité, fraternité. A la espera de que vuelvan a legalizarse otros métodos de eliminación más eficaces.
Son muchas las mentiras que sueltan y los trucos sucios que usan estos incendiarios en su último atentado pero para empezar a calentar la antorcha la cubren con la averiada estopa de la ucronía en el siguiente aserto con el que pretenden desmontar el mito de la tolerancia en Al-Andalus. No para ayudar a la comprensión histórica de nuestro pasado, sino con fines estrictamente de rentabilidad política, denigrar e incitar al odio contra los miembros de otra religión:
Políticamente, desde el progresismo imperante, se ha ensalzado hasta el empalago el concepto de tolerancia en referencia al antiguo esplendor musulmán de la ciudad califal cuando -según dicen- convivían las tres culturas y religiones sin cortapisa alguna en una idílica ciudad de las mil y una noches. La realidad histórica y actual demuestra que no fue, ni es así.
Si no fuera porque lo que contiene es maldad en estado puro podría calificarse de profundamente cretina la afirmación de que la realidad actual demuestra que en el siglo X de tolerancia nanay. O sea los reinos cristianos medievales eran demócratas como demuestra el hecho de que los estados occidentales actuales lo son. Por el contrario los moros fueron siempre, como demuestra el hecho de que no tengan democracia actualmente, unos desarrapados morales. El Argumento Tontológico de San Hodierno en estado puro. En cuanto a la histórica, es que no lo pueden soportar, porque todos los indicios que permiten comprender el funcionamiento de aquella sociedad, una vez disueltos los velos del mito, apuntan a que existió una coexistencia pacífica entre los distintos colectivos religiosos, con preeminencia lógicamente del islámico, protegida por las leyes y por el deseo personal de los gobernantes. Y ello tanto en el periodo de gestación como en el de máximo explendor del estado omeya andalusi. Este equilibrio, independientemente de puntuales revueltas de carácter social, sólo fue roto roto por las descerebradas e incendiarias acciones de los terroristas suicidas que insultaban los símbolos islámicos y al Profeta de la competencia en las propias mezquitas. Con ello no sólo encontraban el martirio, condenas a muerte legales por infligir las leyes vigentes, sino que ponían en peligro la convivencia y la supervivencia de sus correligionarios. Con el elevadísimo fin de conseguir la gloria personal de aparecer posteriormente posando con un halo luminoso en la cabeza en las estampitas marcapáginas para misal de beata. El nacimiento del mito en el siglo XIX, surge de la necesidad de crear un hito histórico que nos rescatara de la memoria de tanta sangre, represión y tortura con que el catolicismo llenó a este país hasta ayer mismo. Y los mitos no se crean ex nihilo, sino sobre un humus de verdad.
Hay que decirle, por otra parte, a estos malandrines de la razón que, aunque sea un tema absurdo y que ya produce vómitos retomar un argumento que hace retroceder a hechos que ocurrieron hace más de mil doscientos años, la destrucción de la supuesta basílica de San Vicente se llevó a cabo tras una compra legalizada, lo que desde luego no ocurrió con todas las mezquitas que fueron destruidas sin más a los pocos días de la conquista del sangriento rey cristiano santificado por la Iglesia y sin que puedan servir ninguno de los dos hechos para marcar moralmente actuaciones del pasado con criterios actuales.
Por otra parte en otro lugar demostré que los musulmanes de esta ciudad, los fetén, los pata negra, no los conversos desde la decepción del progresismo, pasan de rezar en la Mezquita porque su subsuelo está empedrado de canónigos en estado de putrefacción y eso les da mucho asco a la hora de postrarse para adorar a su Ser Imaginario favorito. Una irracionalidad más de su concepción supersticiosa de la vida, ni más ni menos respetable que la delirante creencia en que en un cacho pan comestible se mete, tras el oportuno yuyu, un dios-profeta que nació de una pobre mujer analfabeta sin mediación de polvo ni espermatozoide alguno. Así que lanzar sobre ese colectivo que vive tan tranquilamente, trabaja, se divierte, se reproduce y se revuelca en la putre de su superstición como cualquier ciudadano cristiano la calumnia, la infamia y la injuria potencia inevitablemente su conversión en objeto de odio de las gentes que no son capaces de aceptar las diferencias de raza, etnia o religión. Y eso, cacho de mamones, es un delito. Además de una salvajada, que explotáis en beneficio propio. Lo que de verdad exigimos los racionalistas de esta ciudad es la secularización del monumento, su conversión en un museo, algo que tuvieron cojones de hacer los turcos, tan fundamentalistas ellos, en Agya Sofia y de los que han carecido todos los gobiernos de derechas , de izquierdas o de la izmierda real de este país tan democrático y avanzado para hacerlo en la Mezquita de Córdoba, un monumento excepcional del siglo VIII. Okupada por una catedral y fraudulentamente inmatriculada a su nombre por la Iglesia Católica acogiéndose a una dudosa ley emitida por el último gobierno del Hombrecillo Insufrible con el silencio cómplice de los munícipes de Izquierda Unida cordobeses bajo la égida de la Repelente Señora, esa Bernarda Alba de chaquetilla colorá.
DE HELAR LA SANGRE
Últimamente estoy empezando a escuchar voces que apuntan a la necesidad de un cambio de gobierno municipal, de que corra aire nuevo por las salas de Capitulares, en boca de gentes de mi cuerda, gentes de las que yo nunca me hubiera esperado deseos tan siniestros. Porque si es verdad que a estas alturas da asco tener que votar a la izquierda presente, o izmierda real, o a la derecha moderada representada por los sociapollas, la alternativa no es otra, aparte de opciones muy difusas o minoritarias, que votar a los cristofachas y ahí lo que era asco ya se convierte en miedo. De helar la sangre. Lo que hoy pasa por izquierda tiene permitido gobernar siempre que no intente aplicar a la gobernación ninguno de sus principios programáticos izquierdistas, excepto los que atañen a determinados usos y costumbres morales, que les sirven de coartada. O sea, que haga una política económica estrictamente de derechas. O sea que se conviertan, como han hecho sin rechistar, en partidos de la derecha moderada. Y hasta los tontos saben que más allá de la derecha lo único que existe es el submundo pantanoso de la ultraderecha, las cavernas franquistas, los fundamentalistas católicos y los utltraliberales salvajes. Y tras el niño del flequillito, conocido como el PiPiolo, y sus melifluas maneras se esconde la carcunda de la que hablo en esta SIMA, los que lo están aupando. La Yihad Católica. La ultraderecha pura y dura. Y cuando llegue el momento exigirán inexcusablemente su cuota. Así, que ya sabéis. Si ganan tendréis aumento desaforado de la xenofobia generado desde el propio poder, sarkozyzación de la política social y la imposición obligatoria del catolicismo más cerril, el que anida como una alimaña dañina en los mechinales de las sectas fundamentalistas: Kikos, Legionarios, Cofrades, Opus…
¡¡¡ESTO FUE TODO, AMIGOS!!!
ME SEAN RAZONABLEMENTE BUENOS Y NO OLVIDEN VITAMINIZARSE Y SUPERMINERALIZARSE LAS NEURONAS SEMANALMENTE CON
LA SIMA DE LOS HUESOS